Por Franco Cerutti
Durante la visita de Hitler a Nápoles en 1938, una gran multitud se alineó a lo largo de Via Caracciolo esperando su paso en un coche descubierto. Cuando el Führer subió al coche y extendió el brazo en señal de saludo nazi, una voz no identificada del público rompió el silencio de la ceremonia gritando: «Sta verenn’ si for’ chiove» (está comprobando si llueve fuera). En ese momento se comprendió que el totalitarismo nunca podría conquistar el alma de los napolitanos, precisamente por ese innato sentido de la ironía, esa capacidad de no tomarse demasiado en serio a uno mismo. Con los 4 días (27-30 de septiembre de 1943), Nápoles fue la primera ciudad europea en liberarse de la ocupación de las fuerzas armadas alemanas. Sólo dos años después, en 1945, toda Italia fue liberada.
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