Por Franco Cerutti

Como un ciudadano más que observa con interés el acontecer nacional, me encuentro reflexionando sobre las recientes discusiones en torno al impacto del tipo de cambio en el turismo costarricense. Es innegable que la actual valoración del dólar está generando un debate importante sobre su efecto en la llegada de visitantes internacionales. Sin embargo, considero que enfocar la conversación únicamente en este factor nos ofrece una imagen incompleta de los desafíos que enfrenta nuestro sector turístico.

Desde mi perspectiva como consumidor y observador de la oferta turística del país, creo que el tipo de cambio es solo una variable dentro de una ecuación más extensa. He escuchado comentarios y he tenido experiencias que apuntan a otro factor crucial: los precios de muchos de nuestros servicios turísticos, que a menudo resultan elevados si los comparamos con la calidad que ofrecen, especialmente en relación con lo que se puede encontrar en otros destinos de Latinoamérica.

No es raro escuchar a turistas y a connacionales señalar que, en ocasiones, la experiencia ofrecida no justifica el costo. Esta percepción, sumada a un tipo de cambio menos favorable, puede convertirse en un doble golpe para la competitividad de Costa Rica como destino. Un precio alto por un servicio que no cumple con las expectativas puede ser un desincentivo tan poderoso como las fluctuaciones monetarias.

Por otro lado, es importante reconocer que la misma situación cambiaria que genera preocupación en el sector turístico puede representar una ventaja para otros actores de la economía. Aquellas personas y empresas con deudas contraídas en dólares se ven beneficiadas por la apreciación del colón, lo que aligera su carga financiera. Esta realidad nos muestra la complejidad inherente a las dinámicas económicas, donde una misma variable puede tener efectos opuestos en diferentes grupos.

En este contexto, resulta evidente que no existe una solución mágica que satisfaga a todos los sectores simultáneamente. Las políticas económicas y las fuerzas del mercado a menudo generan diferentes impactos en distintas áreas. El reto para Costa Rica radica en encontrar un camino que permita fortalecer el turismo, un pilar fundamental de nuestra economía, sin descuidar las implicaciones para otros sectores y para los ciudadanos que se benefician de un tipo de cambio favorable en otros aspectos de sus vidas financieras.

Creo que es necesario un análisis más profundo y una conversación más amplia que vaya más allá del tipo de cambio. Debemos evaluar críticamente la relación entre la calidad y el precio de nuestros servicios turísticos y explorar estrategias que nos permitan mantener la competitividad a nivel regional e internacional. Solo así podremos asegurar un futuro sostenible para el turismo costarricense en un entorno económico global dinámico y complejo.