Por Franco Cerutti
Como muchos costarricenses, siento un profundo orgullo por la belleza natural que atrae a visitantes de todo el mundo. El turismo es un pilar fundamental de nuestra economía, generando empleo y oportunidades para innumerables familias. Sin embargo, la reciente noticia sobre la creciente preocupación de los turistas por la seguridad en Costa Rica, destacada en un informe de La Nación, me llena de una inquietud palpable. No se trata solo de estadísticas; se trata del futuro de nuestro país y de la calidad de vida de muchos de nosotros.
La idea de que quienes vienen a disfrutar de nuestras playas paradisíacas, nuestra exuberante selva tropical y nuestra rica biodiversidad se sientan inseguros es alarmante. El turismo se basa en la confianza, en la promesa de una experiencia placentera y sin sobresaltos. Si esa confianza se erosiona, las consecuencias podrían ser devastadoras.
Mi principal preocupación radica en el efecto dominó que esta percepción de inseguridad podría generar. Si los turistas potenciales comienzan a ver a Costa Rica como un destino riesgoso, es probable que busquen alternativas. Esto se traduciría en una disminución en la llegada de visitantes, lo que inevitablemente afectaría a hoteles, restaurantes, operadores turísticos, artesanos y a toda la cadena de valor que depende de este sector.
Las eventuales consecuencias son sombrías. Podríamos ver un aumento del desempleo en las zonas turísticas, el cierre de negocios familiares que han prosperado gracias al flujo constante de visitantes y una desaceleración general de la economía. Además, la reputación de Costa Rica como un destino seguro y pacífico, construida con esfuerzo a lo largo de los años, se vería seriamente dañada. Recuperar esa imagen tomaría tiempo y recursos significativos.
No podemos permitirnos ser complacientes ante esta situación. Es crucial que las autoridades tomen medidas contundentes y efectivas para abordar el aumento de la criminalidad y garantizar la seguridad tanto de los ciudadanos como de los turistas. Esto implica fortalecer la presencia policial en las zonas turísticas, mejorar los sistemas de vigilancia, implementar estrategias de prevención del delito y asegurar que los casos de criminalidad se investiguen y sancionen de manera expedita.
Además, es fundamental una colaboración estrecha entre el sector público y privado para implementar campañas de concientización sobre seguridad dirigidas a los turistas, así como programas de capacitación para los trabajadores del sector turístico sobre cómo prevenir y manejar situaciones de riesgo.
Costa Rica tiene un tesoro invaluable en su naturaleza y su gente amable. No podemos permitir que la sombra de la inseguridad opaque ese brillo. Es imperativo actuar con determinación y urgencia para proteger nuestro turismo, la fuente de sustento de muchas familias y un motor vital para el desarrollo de nuestro país. La seguridad de nuestros visitantes es, en última instancia, nuestra propia seguridad económica y social.

Deja tu comentario