Por Franco Cerutti
En un mundo lleno de reglas, normas y expectativas, surge un héroe intrépido dispuesto a desafiarlo todo. Sí, amigos míos, hoy hablaremos sobre el arte de hacer lo que nos da la gana sin tener que dar explicaciones a nadie. ¡Una hazaña épica que solo los más valientes se atreven a realizar!
Imagínate esto: te levantas por la mañana con el firme propósito de disfrutar de un día en el que tú eres el capitán de tu propio barco. Te vistes con la ropa más extravagante que encuentras en tu armario, ¡porque sí! No tienes que justificar tu elección de atuendo a nadie. ¡La moda es tu terreno de juego personal!
Decides salir a la calle y hacer las cosas a tu manera. Caminas por la acera, zigzagueando como si fueras un equilibrista de circo. Los peatones te miran desconcertados, pero tú simplemente sonríes y sigues tu camino. No tienes que dar explicaciones sobre por qué caminas así. ¡Es tu estilo único de andar!
Llega la hora del almuerzo y decides ir a un restaurante de lujo. Ordenas todos los platillos del menú y los saboreas con deleite. Los comensales a tu alrededor te miran boquiabiertos mientras preguntan: «¿Cómo puedes comer tanto sin sentirte culpable?». Tú, con una sonrisa triunfal, les respondes: «Amigos, estoy ejerciendo mi derecho a hacer lo que me da la gana sin dar explicaciones. ¡Y la comida es un placer que no discrimino!»
Después de tu festín, decides ir al cine. Te diriges a la taquilla y pides una entrada para todas las películas del día. La persona detrás del mostrador te mira confundida y te pregunta si estás seguro. Tú, con una actitud desafiante, respondes: «¡Por supuesto! Hoy es mi día de hacer lo que me da la gana, y quiero ver todas las películas que pueda. ¡Ni siquiera me importa si algunas son malas!»
Mientras te acomodas en tu asiento de cine, te das cuenta de que la verdadera magia radica en disfrutar cada momento sin sentir la necesidad de explicarlo. Puedes reír a carcajadas en las escenas tristes, aplaudir en los momentos más inapropiados y, en general, comportarte de una manera que otros considerarían extraña. Pero adivina qué, ¡no tienes que dar explicaciones!
A medida que el día llega a su fin, vuelves a casa sintiéndote como un superhéroe. Has desafiado las normas sociales, te has reído en la cara del juicio y has disfrutado de cada instante sin explicaciones. Porque al final del día, la vida es tuya y solo tuya. Puedes hacer lo que te plazca mientras no dañes a nadie más.
Así que, queridos amigos, ¡os animo a que os unáis a la revolución del «hacer lo que me da la gana»! Abrazad vuestra individualidad, desafiad las convenciones y vivid cada día como si fuera una fiesta sin fin. Recordad, no hace falta dar explicaciones a nadie. ¡Vosotros sois los artistas de vuestra propia existencia!
Ahora salid al mundo y brillad como las estrellas rebeldes que sois. ¡Haced lo que os da la gana, y que nadie se atreva a preguntar por qué!
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