Por Franco Cerutti
¡Saludos, queridos lectores! Hoy vamos a sumergirnos en el maravilloso y alocado mundo de aquellos que hablan por metáforas en lugar de decir lo que realmente piensan. Sí, esos seres misteriosos y extravagantes que parecen haber nacido con un diccionario de frases figurativas en lugar de una lengua común. Preparaos para una aventura llena de risas y desconcierto mientras exploramos la mente de los maestros de las metáforas.
Estas criaturas de lengua dorada son verdaderos virtuosos en el arte de envolver sus pensamientos en capas y capas de simbolismos. Cada palabra que sale de sus bocas es como un enigma envuelto en un acertijo cubierto de enigmas. Pero, ¡oh, qué entretenidos son! Nunca sabes qué esperar cuando te encuentras con uno de ellos. Podrían comparar tu cara con una puesta de sol en el horizonte, o tu risa con una sinfonía de pingüinos bailarines. ¡Y eso es solo el comienzo!
Cuando entran en acción, el lenguaje se transforma en un paisaje colorido y extravagante. Las conversaciones se convierten en un juego de adivinanzas, donde el significado literal es arrojado por la ventana para dar paso a las maravillas de las metáforas. Estos intrépidos hablantes ven al mundo como un lienzo en blanco esperando ser pintado con las pinceladas lingüísticas más creativas.
Imaginad por un momento una situación cotidiana, como pedir un café en una cafetería. Un maestro de las metáforas podría decirle al barista: «Buen hombre, por favor, sírvame una taza de líquido oscuro que despierta los sentidos, como el alba que ilumina la noche». Y el pobre barista, confundido y perplejo, no tendría más remedio que preguntar: «¿Quiere un café, señor?».
Estos genios de la expresión metafórica a menudo logran confundir a sus interlocutores. Algunos podrían llamarlo arte, mientras que otros simplemente se rascarían la cabeza en busca de algún indicio de significado oculto. Pero lo cierto es que estos excéntricos comunicadores son una fuente inagotable de entretenimiento y diversión.
Imaginad una reunión de trabajo en la que un maestro de las metáforas tiene que presentar un informe. En lugar de decir algo sencillo como «el proyecto fue un éxito», podría soltar una joya como esta: «Nuestro barco de la innovación navegó por los océanos turbulentos de la incertidumbre y llegó a la orilla dorada de los resultados deseados». Los colegas, desconcertados pero divertidos, no podrían evitar reír y aplaudir la extravagancia verbal.
Pero no todo es diversión y risas. Los maestros de las metáforas también pueden ser peligrosos si se les toma demasiado en serio. Imaginad a alguien que dice «tus palabras son dagas que atraviesan mi corazón» en lugar de simplemente expresar que está ofendido. Las cosas podrían complicarse rápidamente y terminar en un drama shakesperiano del que nadie sabe cómo salir.
En resumen, aquellos que hablan por metáforas en lugar de decir lo que realmente piensan son una especie única y fascinante. Son como artistas que pintan el lienzo del lenguaje con los colores más vibrantes y sorprendentes. Su habilidad para transformar la comunicación cotidiana en un espectáculo poético es digna de admiración y, por supuesto, de risas interminables.
Así que, la próxima vez que te encuentres con uno de estos personajes de habla florida, prepárate para un viaje alucinante por el mundo de las metáforas y deja que te envuelva en sus ocurrencias lingüísticas. ¡Abraza su locura metafórica y ríete junto en este divertido circo verbal!
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