Por Franco Cerutti
La colonoscopia: esa maravillosa aventura por el sistema digestivo que a todos nos encanta. ¿A quién no le gusta pasar una tarde con una manguera de jardín en el trasero mientras un extraño mira dentro de nuestro intestino? ¡A mí seguro que me encanta!
Bromas aparte, la colonoscopia es una prueba muy importante para detectar posibles problemas en el colon y recto, pero eso no significa que no podamos divertirnos un poco mientras nos sometemos a ella.
Primero, hablemos de la preparación. ¿A quién no le encanta beber litros y litros de líquidos asquerosos que te hacen sentir como si estuvieras a punto de explotar? ¡Ah, sí, es una delicia! Y luego está el hecho de que tienes que ir al baño cada cinco minutos. Lo bueno es que, si eres un fanático de los videojuegos, puedes aprovechar para jugar a Candy Crush mientras estás sentado en el trono.
Luego viene el momento de la verdad. Es hora de meterse en la camilla y ponerse en posición fetal mientras el médico te introduce la sonda en el recto. ¿Dolor? ¿Molestia? ¡No, hombre, qué va! Es como tener un cactus en el trasero, pero con la ventaja de que puedes ver todo lo que hay dentro de ti en una pantalla.
Y hablando de la pantalla, ¿no es emocionante ver cómo los médicos reaccionan cuando descubren un trozo de comida que comiste hace tres años? ¡Oh, qué divertido! Y luego está la sensación de alivio cuando todo termina y te das cuenta de que aún puedes sentir tu trasero.
En resumen, la colonoscopia puede ser una experiencia desagradable, pero eso no significa que no podamos reírnos un poco. Después de todo, el humor es la mejor medicina, ¿verdad? Y si te da miedo hacértela, siempre puedes pedir que te lo hagan en una sala de cine y pedir palomitas para el espectáculo. ¡Feliz colonoscopia a todos!
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