Por Franco Cerutti
La crisis de identidad es una de las mayores preocupaciones de la humanidad. ¿Quiénes somos? ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Por qué siempre perdemos los calcetines en la lavadora? Pero hay una experiencia que lleva esta crisis a un nivel completamente nuevo: escuchar tu propia voz grabada.
¿Alguna vez has grabado tu voz y luego la has escuchado? Si lo has hecho, entonces sabes lo que estoy hablando. De repente, todo lo que pensabas que sabías sobre ti mismo se desmorona en un segundo. ¿Esta soy yo? ¿Realmente sueno así? ¿Por qué sueno como un oso gruñendo?
La voz es una cosa extraña y misteriosa. No es algo que podamos ver o tocar, pero es una parte fundamental de nuestra identidad. Cuando hablamos, nuestra voz vibra a través del aire y entra en los oídos de los demás. Pero cuando escuchamos nuestra propia voz grabada, la experiencia es completamente diferente.
Primero, está la sorpresa de que no suenas como esperabas. Tal vez pensaste que sonabas como Morgan Freeman o Beyoncé, pero en cambio te das cuenta de que suenas como una versión chillona de Mickey Mouse. Después de la sorpresa viene la vergüenza. ¿Realmente hablé así en esa reunión importante? ¿Cómo no me di cuenta de que estaba haciendo esos sonidos extraños con la boca?
Pero la crisis de identidad no termina ahí. Escuchar tu propia voz grabada puede hacer que cuestiones todo sobre ti mismo. ¿Soy realmente tan inteligente como pensaba? ¿Soy un buen comunicador? ¿Debería empezar a hablar en susurros para evitar que alguien más escuche mi voz de oso gruñendo?
Afortunadamente, hay maneras de superar esta crisis de identidad. Primero, es importante recordar que tu voz grabada no es necesariamente la forma en que suenas en la vida real. La grabación puede distorsionar el sonido y hacerte sonar diferente de lo que realmente eres. Además, todos tenemos nuestras propias peculiaridades y rasgos de personalidad únicos que hacen que nuestra voz sea especial y única.
Así que no te preocupes demasiado por cómo suenas en una grabación. En cambio, abraza tu voz única y hazla tu propia. Y si todo lo demás falla, siempre puedes hacer como los niños y taparte los oídos y cantar «La la la» a todo pulmón. Después de todo, si no puedes oír tu propia voz, ¿realmente existe?
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