Por Franco Cerutti
¡Bienvenidos, amigos y amigas! Hoy les traigo un artículo que les sacará más de una sonrisa y quizás hasta alguna carcajada. El tema que abordaremos hoy es el de aquellos semáforos que se ponen rojos cuando nos ven. Sí, seguro que a muchos de ustedes les ha pasado y saben de lo que hablo.
Pero, ¿qué significa que los semáforos se pongan rojos cuando nos ven? Pues bien, esto quiere decir que somos tan atractivos y magnéticos que los semáforos no pueden resistirse a nuestra presencia y cambian a rojo para darnos la oportunidad de detenernos y admirar nuestro esplendor. Sí, amigos y amigas, somos tan impresionantes que incluso los objetos inanimados se ven afectados por nuestra presencia.
Pero no nos engañemos, sabemos que en realidad los semáforos no tienen la capacidad de ver ni de sentir atracción por nosotros. La verdad es que esto se debe a una cuestión de sincronización. Los semáforos están programados para cambiar de color en un determinado tiempo y cuando detectan la presencia de un vehículo o peatón, se adaptan a ese tiempo para garantizar la seguridad del tránsito.
Sin embargo, no podemos evitar sentirnos especiales cuando los semáforos cambian a rojo justo cuando estamos llegando a la intersección. Nos gusta pensar que somos los protagonistas de una especie de película de Hollywood donde todo se adapta a nosotros. Y es que, aunque sabemos que no es cierto, siempre es divertido jugar un poco con nuestra imaginación y sentirnos importantes.
Además, esto nos brinda la oportunidad de apreciar nuestro alrededor. ¿Cuántas veces hemos pasado por una calle sin detenernos a observar el paisaje o a los demás peatones? Cuando los semáforos se ponen rojos, nos permiten detenernos y apreciar nuestro entorno, respirar profundamente y relajarnos por unos instantes antes de continuar nuestro camino.
En conclusión, amigos y amigas, aunque sabemos que los semáforos no se ponen rojos porque nos ven, no podemos evitar sentirnos un poco especiales cuando esto sucede. Y además, nos brindan la oportunidad de detenernos y apreciar nuestro alrededor. Así que la próxima vez que esto suceda, tómalo con humor y disfruta de este pequeño momento de atención. ¡Hasta la próxima!
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